Así, es prioritario que cada vez que pensamos, actuamos, sentimos y hablamos, (los cuatro puntos cardinales de la cruz o del equilibrio o de nuestra cruzada interna),  establecer quién es el que se manifiesta, si el guerrero espiritual o el guerrillero mental; con la certeza absoluta de que al descubrir quien se manifiesta y por qué camino vamos, el espíritu por su propia naturaleza divina, siempre tiende a la armonía, al amor, a la quietud y a la paz que es simplemente  la  comprensión  absoluta  de  todo  evento  como  perfecto  y  como  oportunidad  de  aprendizaje,  lo  cual  genera  quietud,  cero  lucha,  cero reactividad y cero pensamiento (me miento en  mi peso), abandonando así el ego o el afán de demostrar y de ganar y dedicándose a disfrutar en la plenitud, comprendiendo que no tenía que luchar por ella, sino vibrar en ella, lo que da la alegría, el disfrute y el gozo espiritual de compartirla. Es tan fácil llegar a la plenitud; solo estamos a un pensamiento de distancia; y cancelando ese solo pensamiento, automáticamente, nacerá y estaremos en la plenitud del gozo espiritual pues te habrás encontrado contigo mismo y con tu divinidad donde todo vestigio de personalidad, de ego o de  miedo, desaparecerá pues ya no tiene quien lo alimente.

Tengamos presente que toda decisión que toma el guerrero será asertiva, certera y perfecta donde él sabe que todo resultado depende solo de su atención y que si se equivoca, jamás culpa ni se castiga, sino que está siempre dispuesto a corregir el camino;  sus resultados siempre trascenderán y se manifestarán permanentemente en el tiempo y en el espacio, puesto que son fundamento de vida, de fluidez y de progreso. Veamos entonces, cómo es el camino del guerrero espiritual, el cual aún con su tendencia mental a desviarse, él mismo hace un acto de conciencia, de observación y alerta totales sobre sí mismo y se devuelve permanentemente hacia su centro para potencializarlo y generar aspectos de equilibrio y armonía, (su cruzada interna) buscando siempre que su camino “el ocho o el infinito vertical”, sea cada vez más delgado o sea, se retrae sobre sí mismo, para evitar el gasto de la energía hasta convertirse finalmente en una sola línea vertical de luz la cual, manifiesta y aflora su maestría puesto que desde su quietud mental que es la paz interior, logra ser transmisor de luz pura y perfecta y eso,  es lo que transmite hacia el entorno.

Un guerrero espiritual jamás pierde su tiempo ni su energía recordando cosas del pasado ni elucubrando hacia el futuro puesto que sabe que esto, alimenta su ego y su mente y que ninguno de los dos existe por esto, no sufre con los “recuerdos dolorosos”, ni con las expectativas del futuro puesto que para él solo existe el “ahora” que es plenitud y disfrute, donde jamás depende de nadie ni de nada puesto que sabe que le estaría entregando su poder a otros que necesariamente, lo estarían sacando de su centro, teniendo presente solo su propósito de centro, de observación y quietud mental, puesto que sabe que quien siempre reacciona es el ego y la personalidad ante el encantamiento de los demás y del entorno y él no permite que deambulen libremente por su energía esos entrampamientos, vigilándolos para no dejarse obnubilar por ellos, moviéndose  con absoluta atención y precaución (no miedo), solo hacia arriba o hacia su propio centro o hacia su propio autorreferente divino, tomando siempre la opción número tres o sea, la superior sin obedecer a la polaridad de la mente, trascendiendo y renunciando conscientemente a la polaridad o a la calificación mental de bueno y malo decidiendo siempre lo perfecto no dándole vuelo a la mente sino que él mismo, la maneja como una cometa y le da tanta cuerda como él quiera y la regula y la utiliza desde la sabiduría, usándola solo para su propio beneficio y no para su destrucción, donde siempre trasciende porque sabe renunciar conscientemente a lo que lo contamina.

Veamos primero lo que es una hélice que, para nuestra explicación, la veremos de forma diferente así: Elí: Dios; se: saber; que para nuestro caso querrá decir “yo me sé Dios” o partícula de él o manifestación o proyección de la divinidad y de la perfección por lo tanto, soy responsable de mí mismo y sé  que todo resultado depende solo de mí. Una hélice se compone de dos partes absolutamente iguales puesto que si una parte sobrepasa en peso o en forma a la otra, no se dará su vuelo. De otra parte una hélice siempre se eleva, es objeto de satisfacción, alegría y juego y va hacia arriba, generando una fuerza centrípeta o sea hacia adentro de sí, lo que genera fuerza anti gravitacional la cual le quita el peso mental de la personalidad y del ego. Tiene una forma de ocho o sea, el equilibrio, la perfección o el infinito:  Contrario a ello, el guerrillero mental, nunca se mueve en forma de ocho, sino que deja que su mente actúe sobre él, convirtiéndose así en su esclavo total.