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IMPOTENCIA ANTE EL FRACASO ESCOLAR

La falta de fe, el pesimismo, la sensación anticipada de la derrota, se  vivencia  como  una situación insuperable.  Es  propio  de  las personas  a  las que  desde  muy  chicas  se  les recalcó  su incapacidad  para  defenderse  en  el mundo, utilizĆ”ndose estrategias de motivación negativas en donde siempre se auguran los fracasos.

 

Muchachos que provienen de un hogar donde el castigo fĆ­sico y emocional, prima como estrategia de educación y donde  el  daƱo  psicológico  suele ser  mucho  mas  destructivo  que  el  fĆ­sico, suelen negarse  ante  la  posibilidad  de continuar con una carrera universitaria o una formación adicional al bachillerato por el temor que ello les representa. Son personas con una muy baja autoestima que florece como resultado de los malos tratos desde la niƱez, cuando, adultos, padres  o  maestros,  bien intencionados,  pero mal  informados  le  decĆ­an  al niƱo  bruto,  imbĆ©cil, torpe, sinvergenza, perezoso, irresponsable.

 

 

La mayor parte de los padres se sienten impotentes para exigir a sus  hijos  el reconocimiento  de  la  importancia  que  tiene su formación acadĆ©mica para su futuro. Generalmente  se  tiende  a  culpar  a  los jóvenes por  su desmotivación  o  desinterĆ©s  en  la  vida acadĆ©mica  y  por  la frustración y temor que sienten los padres ante las expectativas que se generan dentro y fuera del grupo familiar, sin atender a los motivos que han originado esta situación y que tambiĆ©n hacen parte de la responsabilidad como padres.

 

Son muchos los factores que invitan a que los muchachos decidan abandonar sus estudios y conocerlos es parte fundamental en el proceso de cambio que debe darse en la mayorĆ­a de los hogares. Ten  en cuenta  estos  pequeƱos consejos  y  reflexiones, quizĆ”s tengas  una perspectiva  diferente  del problema  y  con  ella una actitud y una reacción mas asertiva frente a una problemĆ”tica que genera tanta frustración e impotencia. 

Un joven con creencias negativas acerca de sĆ­ mismo, tendrĆ” la tendencia a tomar opciones destinadas al fracaso las cuales, a su vez, lo arrastrarĆ”n a experiencias desafortunadas, que a su turno, lo convencerĆ”n aun mĆ”s del concepto negativo que tiene de sĆ­ mismo. La educación con constantes observaciones despectivas hacen de los muchachos personas inseguras, indecisas, miedosas e ineptas para la vida. Los jóvenes a los que no se les pone lĆ­mite alguno y cuyos deseos se satisfacen desde muy chicos, desarrollan miedos,  fobias  y  neurosis,  debido  al exagerado  egocentrismo  que  desarrollan  y  que  les  hace  insoportable  una abstinencia voluntaria o forzada, como la que representa la asistencia a un grupo de clase. Son muchachos que si no se les da permanente admiración y consideración, buscan refugio en mundos en los que se sienten grandes, sin necesidad de aportar sudor ni esfuerzo, tales como la droga, el alcohol o las pandillas.

 

En otros casos la posición de no continuar con el estudio no se debe a problemas originados en el desarrollo de la infancia,  sino  a  imposiciones realizadas  por  los  padres,  que anclados  aĆŗn  en  antiguos  conceptos  de  prestigio profesional y desconocedores de la gran cantidad de alternativas posibles de estĆ” Ć©poca, tienden a acorralarlos y condicionarlos  tĆŗ debes escoger una carrera rentable, que te dĆ© prestigio, con la que te puedas defender. o sólo te darĆ© mi apoyo económico para una carrera que valga la pena. Es muy triste constatar, que aĆŗn abundan los padres que suponen que cualquier opción diferente de las carreras tradicionales, condenarĆ” a su hijo a ser un don nadie, que el Ć©xito no le serĆ” posible por los caminos nuevos, que con una carrerita de esas necesariamente se morirĆ” de hambre, y ... que   su hijo no le pueda fallar a la familia.

 

Quienes tratan, con muy buenas intenciones,  de resolver sus propias frustraciones  imponiendo a sus muchachos, lo que deben estudiar en la universidad, tal vez no se dan cuenta que estĆ”n vulnerando gravemente uno de los mĆ”s sagrados derechos personales, como es el de determinar la dirección de su propio destino. TambiĆ©n  es  importante  mencionar  a  aquellos  muchachos  que  se sienten  saturados  y  extenuados  y  que aƱoran culminar su bachillerato para liberarse de las cargas que le representa una vida acadĆ©mica. Estos chicos provienen de hogares donde se sobrevaloran las adquisiciones intelectuales y se tiende a sobresaturar a los muchachos de cursos, libros y actividades, todas ellas relacionadas con estudio.

 

Es comĆŗn ver hogares donde los muchachos no han llegado del colegio cuando se les tiene preparada la clase de francĆ©s, para mas tarde hacer refuerzos en inglĆ©s y quizĆ”s se le inscriba en un curso de tĆ©cnicas para mejorar el estudio. Es entonces cuando por querer hacer mĆ”s, terminamos haciendo menos  el muchacho extenuado hace las cosas de mala gana, solo por cumplir, aprende gradualmente a odiar el trabajo intelectual  su actitud hacia padres y maestros se hace cada vez mĆ”s defensiva y negativa y estalla, cuando se siente con el poder de negarse a continuar con sus estudios.

como resolverlo?

Puesto que una de las cosas que mÔs stress le ocasiona al adolescente, es el temor a perder el cariño de sus padres, de ninguna manera es aconsejable amenazar a nuestros hijos con quitarles nuestro amor si no continúan con su estudio. Es posible que ante una amenaza de desamor paterno, un joven se doblegue temporalmente y quedemos con la clara impresión de que la cosa funcionó pero...Cuidado, que nos estamos engañando, porque de una experiencia tal, el muchacho no saldrÔ fortalecido, sino mÔs inseguro. Es importante corregir en la medida de los posible ciertas actitudes erróneas, como las continuas amenazas y castigos, los premios y promesas exageradas y los calificativos denigrantes como tu nunca servirÔs para nada.

 

Recuerde que jóvenes con una buena autoestima, aprenden mÔs fÔcilmente, se enferman menos, son mÔs seguros de sí mismos, hacen favores con gusto, son respetuosos y sencillos, no son groseros y valoran su formación en pos de su bienestar futuro. Entender y asumir que, solo una formación plenamente responsable, solícita y decidida, que no se sienta obligada a seguir la moda pedagógica, puede ser la formadora de una persona responsable, capaz de soportar las privaciones y capaz de gozar y disfrutar sin sentimientos de culpa.

 

Pensar y actuar conforme a la idea de que cualquier carrera, ejercida con excelencia, puede dar prestigio y dinero y que todas las profesiones han sido creadas, precisamente, por que valen la pena. Evitar  la  necesidad  de  superar  nuestras  frustraciones  a travĆ©s  de  nuestros  hijos,  lo  cual  es  propio  de  padres excesivamente autoritarios, obligar a sus hijos a caminar sobre sus mismas huellas. Si con esa carrera su hijo no llega a ser muy rico, por lo menos, le habrĆ” dado la oportunidad de ser feliz, haciendo lo que a Ć©l verdaderamente le gusta. Apoye  incondicionalmente  a  sus  jóvenes,  para  que  sigan  la  carrera  que  ellos  tengan  a  bien escoger,  verĆ”n recompensados su coraje y respeto, en los mĆŗltiples logros y satisfacciones, que ordinariamente sólo pueden alcanzar, las personas que tienen la fortuna de ser ellas mismas.

 

Sean buenos amigos de sus hijos. dediquen, con frecuencia, tiempo a charlar con ellos, a estar al tanto de lo que a ellos les gusta, de lo que estĆ”n aprendiendo en el colegio y reconózcales todos los valores que observen en ellos. Aceptar y manifestar a los muchachos, las propias limitaciones, incapacidades y desconocimientos con naturalidad y sin vergenza. Para ellos debe ser perfectamente claro que no todas las personas estĆ”n obligadas a saberlo todo y que utilizando sus herramientas personales podrĆ”n manejar asertivamente cualquier situación relacionada  con  su aprendizaje. El temor a fallar o no dar la talla, ha dejado grandes genios en la oscuridad.

 

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